No se si merece la pena escribir, o no. Quizá aunque solo sea para desahogarme.
Desahogarme de todo ese dolor que infringen a mi mujer, que gratuitamente le hacen esas personas a las que en otro momento ayudó, consoló, estuvo a su lado, dando igual la hora.
Desahogarme de la rabia que emana de mi interior, por no poder hacer mucho para consolar ese corazón decepcionado, una vez más, por esperanzas truncadas. Ya sé que nos decepcionamos porque esperamos, esperamos imposibles. Pero no soporto verla con tanto dolor, ahora que empezaba a ser un poco feliz, que empezaba a encontrar una razón para vivir, le dan con el machete en la nuca. Intentan ahogar la poca esperanza que queda, en aras de una felicidad ficticia, que solo les alegraba a ellas.
La vida son constantes círculos, infinitos círculos, que nos dan la oportunidad de recuperar algo de lo pasado, aunque los matices nos demuestren que no es lo mismo. Y si hay algo que aprender, suele salir de las bocas de nuestros mayores: a ser feliz, que la vida solo se vive una vez, que al final lo más importante es uno mismo. Hacer las cosas por los demás no es fructífero, es como agua que se diluye en el río, nadie se acuerda.
Haz bien y no mires a quién, pero sin perderte a ti mismo de vista. Los sacrificios hace tiempo que se abolieron, o eso nos hacen creer, porque el día a día nos demuestra que necesitamos mártires. No soportamos que nuestros padres se separen, aunque nuestra “amada” madre sea solo una sombra de ella misma, y haga siglos que no ríe su corazón. No queremos reconocer que nuestro padre tiene una, o varias, amantes porque nos gusta imaginarlo íntegro.
Solo sabemos “escuchar” cuando se hace ruido, pero a mi me enseñaron que me fijase más en esa persona que no grita, que no pide ayuda, porque en cualquier momento…
Y normalmente, hacemos más caso a quién más ruido hace, olvidando que el resto también necesitan atención.
Si sólo fuésemos capaces de meternos en la piel del otro, sin juzgar., ni tomar partido, solo aprendiendo a justificar y a entender que las cosas se hacen por algo, que nadie toma una decisión de cambiar su vida dándole 180º por nada.