
La vida, la vida es como una montaña rusa, a veces arriba, a veces abajo, a veces te gustaría bajarte y a veces te arrepientes de haberte subido.
Pero resulta que nadie nos pregunta si queremos o no subir, simplemente se nos mete en un “cubilete” y ale, a girar.
Nadie nos dice qué es lo que vamos a experimentar, lo que vamos a llevar grabado en nuestro ser.
Nadie nos cuenta nada, solo tenemos que ser capaces de no caer de nuestro carrito, mientras ese sube-baja-sube se sucede a velocidad de vértigo y casi no podemos disfrutar del momento. Y de pronto… de pronto todo se acaba, todo termina, de la misma forma que empezó, sin avisar, sin preguntar, sin querer.
Y es en ese momento cuando lo único que te queda es el recuerdo de las sensaciones vividas, las agradables, las buenas, las que quisieras que nunca se borraran. Y las que no.
Y hay quien se dice: “jamás volveré a subir”. Y quien: “¿puedo subir otra vez?”. Lo único que se, es que para poder hacerse la pregunta primero se ha de haber experimentado, se ha de haber vivido.
Pero resulta que nadie nos pregunta si queremos o no subir, simplemente se nos mete en un “cubilete” y ale, a girar.
Nadie nos dice qué es lo que vamos a experimentar, lo que vamos a llevar grabado en nuestro ser.
Nadie nos cuenta nada, solo tenemos que ser capaces de no caer de nuestro carrito, mientras ese sube-baja-sube se sucede a velocidad de vértigo y casi no podemos disfrutar del momento. Y de pronto… de pronto todo se acaba, todo termina, de la misma forma que empezó, sin avisar, sin preguntar, sin querer.
Y es en ese momento cuando lo único que te queda es el recuerdo de las sensaciones vividas, las agradables, las buenas, las que quisieras que nunca se borraran. Y las que no.
Y hay quien se dice: “jamás volveré a subir”. Y quien: “¿puedo subir otra vez?”. Lo único que se, es que para poder hacerse la pregunta primero se ha de haber experimentado, se ha de haber vivido.
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